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MARADONA: YO LE CONOCÍ

(ESCRITO HACE 27 AÑOS)


Escuché en la radio que Diego Armando Maradona estaba de paso en Madrid y que regresaba hacia Buenos aires desde Barajas. Es cierto, no era ya el que fue; de hecho transcurría una etapa dura en la que se estaba preparando para su definitivo ocaso: el Mundial del 94 en Estados Unidos-


Pero era él, aún seguía siendo él; el mejor futbolista que yo había podido disfrutar con uso de razón. Allá me fui desde el colegio mayor. Con mi curioso amigo Alfonso, y acompañados de una cámara de fotos por si había suerte….Y la hubo!!!

Apoyado en uno de los mostradores de la terminal internacional, a punto de embarcar, estaba “el Diego”.Cuando mis ojos alcanzaron el objetivo no podía creerlo. Si Santo Tomás hibiese estado allí también habría dudado….

Cuanto más me acercaba más volaban mis recuerdos. Apoyado en una columna comenzaros a desfilar recuerdos mil de aquel genio: el gol en la copa ante el Madrid, las faltas directas que hicieron al Nápoles campeón, “la mano de Dios” en Méjico 86, y más.

El caso es que no me obedecían las piernas y no podía siquiera acercarme. Estaba a varios metros del “dios” del fútbol y me sentía paralizado. La sensación de parálisis superaba incluso a aquellas otras en las que tenía frente a mí a la chica soñada en aquellas fiestas del Colegio Mayor.


Fue El quien primero me habló: “Ché, te pasa algo?”. Hacía tiempo que me habia olvidado de Alfonso. Palomas van palomas vienen. Yo no articulaba palabra. El, dejando sus cosas en el mostrador dejó unos pasos atrás a su guardaespaldas y/o amigo para repetir con una media sonrisa: “Qué hacés, acércat, ¿No decís nada?”

Yo seguía si articular palabra hasta que –balbuceando- espeté: “Es que estoy con el mejor jugador del mundo y no me salen las palabras”. Maradona, Él, volvió a sonreir, aquella vez incluso a reir. Entonces se me acercó hasta llegar a mi lado. Recuerdo que algo más hablamos, qué más da el qué, y que estuvo profundamente cariñoso conmigo, incluso simpático, parecía que no tenía prisa, quizás porque yo había deseado detener el tiempo. Y el reloj se detuvo para mí. Pasión y realidad luchaban hasta que la primera venció a la segunda. Por una vez me sentí protagonista de un mundo que siempre había visto por la tele. Por un momento sentí que no me había equivocado con el fútbol y que mi pasión era verdadera.

Una foto de Alfonso con el pibe de Villa fiorito, con la promesa de Argentino Juniors, con el crack de Boca Juniors, con el espectáculo de Barcelona, con la estrella del Napoli, con el ídolo de Argentina, una simple foto me recuerda de vez en cuando que estaba equivocado, que aquel encuentro fue real. Había estado con el futbolista más grande del mundo, probablemente…

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